Cuando cierro los ojos, los recuerdo a todos en bloque, formando conjunto, como un sistema que el amor presidía. Dámaso Alonso

Mi nostalgia de aquellos días se complace en rememorar los coloquios entre aquellos amigos. Éramos amigos, y con una comunidad de afanes y gustos que me ha hecho conocer por vía directa la unidad llamada "generación". Pedro Salinas y yo, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre. Y Pepe Bergamín, y Melchor Fernández Almagro...Menciono a los sentados tantas veces alrededor de mesas más amistosas aún que intelectuales. Mediada la comida, ya era Federico el centro de la habitación, y no de la escena, porque nada artificioso se interponía entre aquellos comensales, que alternaban o superponían su tiroteo verbal. Allí no había comparsas. Melchor, tan circunspecto cuando escribe, tan nervioso y pigmentado cuando habla; Bergamín, para quien no ir ensartando sutilezas- y sin parar- sería vicio contra natura; Alberti, el más joven y ya dueño de una perfecta maestría ; Vicente Aleixandre, correctísimo, que aporta un sol rubicundo y lo regala, siempre generoso; Dámaso, formidable esdrújulo, ¡DÁMASO!, no hijo de la ira, que en la hora alegre es el más alegre. ¡Cómo se divertían juntos Dámaso y Federico!...Y Salinas, nada don Pedro, con su humor madriñelísimo, humano como ninguno; a todos entiende y con todos se las entiende muy bien.
Otros nombres relevantes habría que subrayar- de Juan Larrea a Pedro Garfias- si esta enumeración, limitada a ciertos momentos de mesa y sobremesa, se conviertiese en manual de Historia. No sería posible dejar fuera del cuadro a tres ausentes de algunas de aquellas reuniones en Madrid: Luis Cernuda, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre. ¡Exquisitos andaluces! ( era durante la hegemonía del Sur). Luis Cernuda, con voz tan personal desde su primera obra; Emilio Prados, en carne viva, en alma viva a flor de piel, dentro de su soledad no falsificada. Y ese fantástico Manolito, que parece soñar cuanto más vive y se desvive; y ninguno con más biografía que él. ¡cuántos poetas! Los unen afinidades no del todo electivas. Pero ¡qué diferentes! Hélos juntos- con ocasión de la comida en que se festeja a Luis Cernuda- el 20 de abril de 1936. Quien ofrece el homenaje es Federico; no podía ser otro el rector de aquellos ágapes de amistad y poesía: "Entre todas las voces de la actual poesía española, llama y muerte en Aleixandre, ala inmensa en Alberti, lirio tierno en Moreno Villa, torrente andino en Pablo Neruda, voz doméstica entrañable en Salinas, agua oscura en gruta en Guillén, ternura y llanto en Altolaguirre, por citar poetas distintos, la voz de Luis cernuda erguida suena original, sin alambradas ni fosos para defender su turbadora belleza"... J. Guillén, "Federico en persona".

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