12 de febrero de 2009

LA ANGUSTIA EXISTENCIAL DEL HOMBRE MODERNO

A Luis F.

“Caminaba yo con dos amigos por la carretera, entonces se puso el sol; de repente, el cielo se volvió rojo como la sangre. Me detuve, me apoyé en la valla, indeciblemente cansado. Lenguas de fuego y sangre se extendían sobre el fiordo negro azulado.Mis amigos siguieron caminando, mientras yo me quedaba atrás temblando de miedo, y sentí el grito enorme, infinito de la naturaleza”.

Edvard Munch, autor de El grito (1893) describió así la experiencia que lo llevó a pintar este famoso cuadro, un icono del Expresionismo.


En esta inquietante obra,Edvard Munch describe una experiencia crepuscular a través de la cual la naturaleza como una gran fuerza telúrica le sume en una angustiosa percepción de la realidad. Lo percibido a través de los sentidos le produce terror y angustia que se plasman en el cuadro en la mueca distorsionadora del personaje destacado en primer plano: una figura grotesca que estalla en un grito casi cósmico. Este ser grotesco en fuga errática , con el horror en el rostro, contrasta con las otras figuras alejadas y ausentes caracterizadas por su pausado pasear y ánimo tranquilo. Todos se encuentran en el mismo puente, un puente cercado por un cielo ensangrentado y unas aguas violentas que simbolizan lo caótico de la existencia, en definitiva la lucha interior del ser humano, su soledad en un mundo alienado y deshumanizado.

"Se va deshaciendo en leves jirones/ de nada el mundo./El viento del otoño barre los secretos/ reductos últimos del corazón. / Su tenue llama, apenas palpitante, acaso/ se quisiera extinguir. /¿Quién seguirá por ti contigo?/ Nadie. / Nadie es el nombre de las tantas formas / de tu nunca completa rotación. / Y ahora, ante los hilos de la sombra / donde no está tu imagen reflejada, / dime, si puedes, /¿ quién podría aún nacer?".

Fragmentos de un libro futuro, José Ángel Valente

6 Comentarios:

Ubú dijo...

Hay muchos cuadros enigmáticos de los que siempre he querido conocer su verdadero significado, pero hay uno, "El grito", del pintor noruego Edward Munch, cuyo horror paralizó cualquier ánimo de indagar. Ahora sé qué grita ese rostro desdibujado por una expresión que reúne todo el humano terror, el humano miedo, el humano desamparo. Grita: "Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen."
(...) "El grito" de Munch salió de las pinacotecas y se instaló en las calles de Irak, del Reino Unido, de Estados Unidos, de la "vieja Europa" y de una España que "para salir del rincón" sacrificó una vocación pacífica que duraba ya veinticinco años. (...)

Luis Sepúlveda. El Grito, en MOLESKINE. Apuntes y Reflexiones.

E outro grito máis metafísico:
"Si pones el grito en el cielo, que no sea como el pavo real, para pedir auxilio, sino seguro, alerta, negándote a ti mismo, como el gallo, alegremente, para afirmar una indivisible aurora."

José Bergamín.

Coda.- Ó ler a explicación do propio Munch do momento inspirador da súa obra ( segundo a cal, por certo, non é a personaxe quen berra ), o primeiro que me veu á cabeza foi o mito do deus Pan co que garda certas similitudes.

Pan foi unha deidade grega que personificaba os instintos, a Natureza e as súas forzas primordiais. Súa morte simbolizou a desaparición do paganismo en prol do cristianismo, e tamén a perda do mundo rural, que non outra cousa quere dicir "pagán", primitivo pero arcádico fronte ás urbes florecentes.
Cando Pan, a Natureza, víase perturbado no seu sono ( e isto é o máis en consoancia co cadro ) profería un berro característico, como nunca se ouvira, que daba arrepío e ata podía causar a morte. Tanto así que o adxectivo "pánico", un "terror pánico", que tal é a expresión de orixe, indica un medo extremo, xeralmente ante un entorno ou un feito natural agresivo, ou percibido como tal polo suxeito.

Edvard Munch foi partidario da vida natural, vivía a desgusto nas cidades burguesas e abominaba da Revolución industrial.

Esta sintonía co mito percíbese en O Berro. No cadro aparece a natureza ameazante, a morte figurada nesas línguas de sangue sobre o mar e o berro da Natureza, ferida, contaminada xa no tempo do pintor, pola actividade industrial urbana.

A morte de Pan, a morte da Natureza supón o desamparo cósmico.


Nin por asomo isto é unha interpretación de O Berro.

María José dijo...

En este cuadro , probablemente una recreación de la experiencia vivida por el autor, destaca ese personaje ( o figura como dirían los de Arte) en un primer plano aterrador reducido a una mueca grotesca que sugiere al espectador un grito agónico .En todo caso, "berran os dous - autor e personaxe- e berramos todos".


"Al pintar una silla -dijo alguna vez- lo que debe pintarse no es la silla sino la emoción sentida ante ella". Sin embargo, para expresar hay que inventar: las confecciones del artista se vuelven ficciones y las ficciones emblemas vivientes del destino humano", E. Munch

Sobre esta obra emblemática, dijo Octavio Paz:

"Oímos El grito no con los oídos sino con lo ojos y con el alma. ¿Y qué es lo que oímos? El silencio eterno. No el de los espacios infinitos que aterró a Pascal sino el silencio de los hombres. Un silencio ensordecedor, idéntico al inmenso e insensato clamor que suena desde el comienzo de la historia. El grito es el reverso de la música de las esferas.
Aquella música tampoco podía oírse con los sentidos sino con el espíritu.
Sin embargo, aunque inaudible, otorgaba a los hombres la certidumbre de vivir en un cosmos armonioso; El grito de Munch, palabra sin palabra, es el silencio del hombre errante en las ciudades sin alma y frente a un cielo deshabitado".

María José dijo...

"Lo curioso es que creo que Munch no intentó pintar a alguien que grita, sino el grito mismo, que es lo que da una gran peculiaridad a este cuadro, y una singularidad extraordinaria a su protagonista, que es esta máscara aullante, esta máscara que grita y que tanto ha intrigado al espectador moderno. En ese sentido Munch, como una paradoja maestra, lleva o intenta llevar a la práctica algo que Schopenhauer había negado en uno de sus escritos, donde dice que un artista puede pintar a hombres que gritan, pero no puede pintar el grito mismo. Lo que quiere pintar Munch en su cuadro, y en las dos o tres variaciones, es la esencia del grito visual. Ahí entra una de las características más importantes de Munch como artista, que es el intento de llegar no tanto a la corteza exterior de las emociones, sino a la fuente desde la que emanan las emociones. Cuando miro El Grito siempre me acuerdo de una anécdota fundamental en la época de aprendizaje de Munch, cuando le dieron una beca para vivir tres años en el París de los impresionistas, que estaba en un momento de ebullición artística. Sin embargo, interrumpió su estancia en París para ir a Montecarlo porque le interesaba estudiar a fondo las reacciones de los jugadores de los casinos. En un momento determinado explica que su mejor escuela de artista fue allí mismo, porque estudió, observó y cuando llegaba a su casa dibujó y pintó a hombres y mujeres que tenían que contener sus emociones. El jugador, cuando está delante de la ruleta, gane o pierda, tiene que contener sus emociones. Esa contención le parecía muy importante a Munch para llegar a la esencia de las propias emociones. Él quería evitar la grandilocuencia de una emocionalidad exterior para hacer una radiografía de los propios orígenes de una acción emocional. Creo que esa escuela que cita el propio Munch luego fue un elemento fundamental en toda su pintura. Él, no solo en un grito sino con los celos, con las pasiones en general, con las relaciones entre hombre y mujer, con la sexualidad misma, intentó ir más allá de la emoción en su propia singularidad para ir directamente a la propia idea de la emoción. Casi diríamos que Munch plantea una especie de platonismo fisiológico, unas ideas que no están en una esfera celeste sino que están en la propia entraña o estómago, en el interior de la víscera del hombre. Lo que se transmite en un cuadro como éste no es tal o cual hombre que grita, sino el mismo grito en una esencialidad no abstracta, sino en la propia entraña del alma humana."

Rafael Argullol , narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes.

Ubú dijo...

(...)
"Soy. Soy. Creo. Soy brutalmente glorioso. Soy milagroso según la naturaleza, porque lo natural es trascenderse a sí mismo. Soy incomprensible y elemental porque dos y dos, y otros dos, y más Dios, irracionalmente sumados hasta la luz, dan el total de un grito que abre el abismo al revés de esa altura ante la que me paro mirando lo que no puede calcularse pero brilla, materialmente brilla, y ahí está parado, como si me mirara.
Es el cielo: La gran vibración: El reino de las ondas: El Universo-Luz en que se disuelven los espasmos que daba por más irreductiblemente vitales: La gran calma: La gran necesidad: La solución que no entiendo pero llamo Belleza aunque me aniquila: El cálculo de los cálculos que sólo se calcula a sí mismo: El Gran Juego: La Hermosura estéril.

(...) No queremos, ni podemos vivir porque sí. Preguntamos "¿cómo?, ¿por qué? y ¿para qué?". Buscamos un sentido a lo que quizá no lo tiene; reclamamos el fundamento de nuestra libertad.

(...) Inútilmente pensamos en nuestros fines. Las ocupaciones del momento nos entretienen, nos queman, nos gastan y, a la postre, nos hacen definitivamente triviales. No hay descanso posible para nosotros. La avaricia y la prisa parecen precisamente el único remedio a la fuga del mundo; pero la avaricia nos reseca y la prisa nos disgrega.

No vivimos, padecemos. Somos pasivos; somos vividos por las mil urgencias que de todos lados nos solicitan. Las cosas nos objetan, nos sujetan, nos hacen sujetos. Y no actuamos; reaccionamos. Somos una cosa entre las cosas, golpeada, traída y llevada de aquí para allá, triturada entre estúpidas y secas necesidades. No somos hombres, ni siquiera hombres. Porque esas limitaciones no son nuestra condición sino nuestra cárcel. No hemos nacido para ellas y según ellas. hemos caído en una trampa. ¿Cómo escapar? (...)".

Gabriel Celaya. MEMORIAS INMEMORIALES.

Hai outros berros que tamén están no de Munch.

Ubú dijo...

"(...) o piano parecía transportarme, como o pánico dos meus soños, cara algunha meta maligna e inintelixible. O espantoso movemento acelerado pasara do negativo da inercia a unha frenética negación destructiva. Pero agora topaba cun novo tema, que parecía erguerse por si mesmo e que se elevaba como o berro humano no movemento lento do último cuarteto de corda de Beethoven, ó principio estremecido e paralizado de terror ó ir brotando, estridente, do sinistro tanguido que se empezaba a esgazar como un animal aberto en canal, e que logo se alzaba ata unha resonancia, unha craridade que, sobrepasando os límites convencionais desta clase de afirmación en música, comezaba a asaltar a atención do ouvinte, máis imprudente, máis irresistible, máis triunfantemente, do mesmo xeito que o diabólico ganido do outro tema, ó facerse cada vez máis furioso, forzárase el mesmo ata franquear todos os límites. Aquel berro, agora reiterado, non só destrozaba as fronteiras do convencional, senón que parecía incluso escapar do probable: era anguriado, suplicante, compasivo, recoñecedor de toda discrepancia humana, degradación, asco de si mesmo e autoacusación do individuo que coñece a súa propia natureza e que, nembargantes, non pode destecer o que é; pero chegando, mediante a voz da música, a falar a outros seres da súa soidade e do destino humano xeral, proclamando coa súa certeza de dor cánto dano nos fai nosa natureza. (...)"

Edmund Wilson. MEMORIAS DE HECATE COUNTY.

Tamén na música pode darse un berro de anguria existencial.

Ubú dijo...

Velaquí a "máscara aubeante" que di Rafael Argullol.

La máscara

Esta máscara se adapta muy profundamente.
Está construida en el ángel,
en las azules palabras de la belleza.
Está hecha del color de la bondad.
Procura olvidar el duro granito,
la señal de su origen,
las algas enlodadas de donde surgió.

Esta máscara formada de cielo
intentas adaptar a tu rostro.
Mas la desgarran las oscuras aguas de tu corazón,
un cuchillo vulnera su hermosura,
corren las lágrimas por los huecos
que a los hombres querían contemplar.

Esto no es rostro.
Es un andrajo que en tus manos sostienes doliente.
Pero no cejes nunca en este movimiento,
de llevarte al rostro la máscara que elegiste.
Tal vez entre sus grietas,
tal vez entre la noche -la noche de tu alma-
unos lirios azules florezcan.

Olga Votsi. CRIPTA Y FRONTERA.

Escrito neste Mércores de Cinza que enterra o Antroido e desbota as máscaras.

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