2 de abril de 2011

La cólera de Aquiles

"Apártate de la cólera que ha de venir. Ten mucho ojo, te digo..." Herman Melville, Moby Dick.


Charles Antoine Coypel (1694-1752), La Furia de Aquiles, Museo del Ermitage


Es la furia divina, mitológica, la famosísima "furia de Aquiles", hijo de Peleo, cuya "cólera fatal causó múltiples desgracias a los griegos". Aquiles, como Marte, dios de la Guerra, flanqueado a su derecha por Atenea, que "quiere apaciguar su ira", se abalanza, espada de plata en mano, sobre el cadáver de Héctor, al que acaba de dar muerte para vengar a su amigo (canto XVIII de la Iliada). Aquel que amaba "la discordia", las peleas y los combates" va ataviado con una soberbia armadura , forjada por Hefesto, que le acompaña a su izquierda, mientras Poseidón, dios del Mar, exacerba todavía más su ira en la parte derecha del cuadro. En el lado izquierdo, Febo, hijo de Apolo contrario a esta venganza divina, proyecta sombras temblorosas sobre esta magnífica visión, que resume en una sola imagen, toda la Ilíada. Antoine Coypel, padre del artista y teórico de arte, que abogaba por la erudición, abrió la vía a una pintura literaria decidida a restituir, como se hacía en el teatro o en la ópera, toda la complejidad de un texto. Esta obra de su hijo Charles Antoine ilustra perfectamente dicha tendencia.


Silvie Douce de La Salle en La ira de Zoé Valdés, editorial Lumen



Este famoso comienzo de la Ilíada, poema épico de Homero, resume la historia de la obra y el conflicto desencadenante de los funestos acontecimientos. La Ilíada, el poema más antiguo de la literatura europea ( siglo VIII a. C) trata la leyenda de la guerra de Troya ( Ilio en griego): Paris, hijo de Príamo ( rey de Troya), rapta a Helena, esposa de Menelao ( hermano del rey de Micenas, Agamenón) y comienza una guerra entre troyanos y griegos.


Homero pretende reflejar en su obra las dos pasiones de Aquiles: su ira contra Agamenón por arrebatarle a su amada esclava Briseida, y la ira contra Héctor por haber dado muerte a su amigo Patroclo. Se trata, pues, de la recreación de un héroe, como todos los poemas heroicos, inmerso en la legendaria tradición de la guerra entre griegos y troyanos.


Aquiles, el de los pies ligeros, hijo del mortal Peleo y de la diosa Tetis, es el prototipo de héroe clásico ; destacan en él sus cualidades intelectuales y físicas, es ambicioso, autoritario, sutil y persuasivo. Es el héroe más fuerte, rápido y valiente pero también una figura compleja y atormentada: no es un dios ni un simple hombre. Aquiles rechaza el vínculo con la comunidad porque necesita afirmar su identidad y no doblegarse ante la caprichosa autoridad de Agamenón, origen de su cólera. Su clarividencia para conocer y enfrentarse a su destino lo coloca en una posición preeminente entre los héroes. Aquiles sabe y acepta el sino humano: el sufrimiento y la muerte, pero realiza grandes hazañas tan sólo para vengar a su amigo Patroclo, muerto por Héctor, y también por voluntad de gloria para ser recordado por sus hazañas:"Ahora Patroclo, ya que voy a ir bajo tierra después de ti, no te tributaré las exequias hasta que traiga aquí las armas y la cabeza de Héctor..."


El enemigo de Aquiles es el príncipe troyano Héctor. Un héroe que teme ser derrotado, pero la fantasía ofusca sus pensamientos y se enfrenta a Aquiles que le acabará humillando: "Recuerda toda clase de valor: "ahora sí que tienes/ que ser un buen lancero y un audaz combatiente". Aquiles vence a Héctor en un duelo personal y la obra se cierra con los funerales de Patroclo en campamento aqueo y los de Héctor en la ciudad de Troya.


Decía Malraux que la tumba del héroe es el corazón de los vivos en donde permanece a lo largo de los siglos por representar los valores y devociones de una comunidad. Homero, con la Ilíada y la Odisea, ha perdurado en la memoria colectiva de nuestra cultura, es el héroe de los poetas. Aquiles es su voz y su emblema, es el héroe épico por excelencia, mágico, clarividente y devastador, el héroe que glorifica el significado trágico para el hombre de vivir lo que carece de sentido. Héctor, inferior a él, es el héroe de las ilusiones, aquel que, como muchos de nosotros, como el hombre común se ve atrapado entre la ilusión y la propia incapacidad para la desilusión. La Ilíada fue demasiado para Héctor.


Bibliografía. Nicolás Casariego, Héroes y antihéroes en la literatura. Anaya

8 Comentarios:

Ubú dijo...

"El héroe-sol ha iluminado, pues, con cien mil reflectores diferentes el triste campo de exterminio -al cabo, vence siempre Muerte-, del mito heroico. Se ha puesto todas las máscaras posibles encima de su piel imposible. Terribles son en su grandeza esos personajes que, como dice Antonin Artaud, "siguen su camino fuera de nuestras pequeñas distinciones entre Mal y Bien, como si el Mal no fuese traicionar su naturaleza y el Bien permanecerle fiel, cualesquiera que sean las consecuencias morales deducibles en cada caso".
Individuos marcados por el hierro candente de la desmesura, gigantescos en la victoria y enormes en el sufrimiento, los héroes tienen que aceptar la precaria existencia del símbolo y del arquetipo. Y es que no existen: sólo "representan", son el espejo de cuanto hay en nosotros de superior, de divino.(...)
Decía Valdemar Vedel en su extraordinario trabajo sobre los ideales de la Edad Media que es el hombre, el guerrero, el héroe, la piedra básica sobre la que descansa el edificio de la poesía. Y Diderot, en su ensayo sobre la poesía dramática, publicado en 1758, escribe textualmente:"La poésie veut quelque chose d'enorme, de barbare et de sauvage."* (...)

Aquiles, en la Ilíada, es una mezcla prodigiosa de grandeza y debilidad: la ley de las pasiones prevalece en todos sus actos; ninguna regla frena su violencia; no vacila en manifestar abiertamente todas sus emociones, sin que llegue a encontrar ningún motivo válido para reprimirlas. Aquiles llora, se desespera, regatea un cadáver con el que se había ensañado, amenaza a un anciano porque no deja de llorar y no quiere comer (...)
Allí está Aquiles, casi divino, pero capaz de sentimientos tan arraigados en el hombre como el de la más pura amistad; su antagonista, el troyano Héctor, mucho más cercano a nosotros, cuyo postrer diálogo con su esposa, Andrómaca, es digno de figurar entre las piezas maestras de la literatura universal."

* "A poesía precisa un algo de enorme, de bárbaro e salvaxe"

Luis Alberto de Cuenca. EL HÉROE Y SUS MÁSCARAS.

Todo isto acontecía, non xa nos tempos de Maricastaña, senón naquel outro tempo mítico do que conta Cervantes na entrada anterior e que en Galicia formúlase, como recolleu Vicente Risco, "o tempo en que as bestas falaban".

Anónimo dijo...

"Héroes astutos como Ulises, torturados como Aquiles o Edipo, víctimas de la ilusión como Héctor, proféticos como Jesucristo o Mahoma, poderosos como Julio César, desproporcionados como el Cid, del amor como Tristán e Iseo, individualistas como Lanzarote, heroínas visionarias como Juana de Arco, héroes descubridores como Colón...Antihéroes quijotescos como don Quijote, vengativos como Hamlet, héroes megalómanos como el Doctor Fausto, insustanciales como Emma Bobary, tristes como Bartleby... Me pregunto que será del héroe y del antihéroe literarios, hacia dónde se dirigirán. Creo que el héroe es una respuesta que satisface a la sociedad y a su moral y que, por lo tanto, cambiará en lo circunstancial, pero siempre seguirá bajo el yugo del triunfo. Indefectiblemente, al final del camino le espera la gloria. Pero, como necesita de la aquiescencia del lector, su ideario siempre será discutible. ¿Y el antihéroe? Al antihéroe lo siento cercano porque siempre será un extranjero de su tiempo y se puede permitir el error...Yo, al menos, imagino dos tipos de antihéroes. Uno, aquel hombre anónimo que defiende su posición a muerte para proteger su memoria y su futuro, y que sólo se mueve para acceder a lo que es capaz de asimilar, enfrentado a una sociedad despersonalizada cuya velocidad de evolución margina al individuo. El otro es un hombre anónimo y paradójico que se lanza al vacío del futuro con una sonrisa prudente, armado de escepticismo y cuya mirada irradia una luz de esperanza de la que desconozco la causa. Suerte a los dos y a los otros que vengan."

Héroes y antihéroes, Nicolás Casariego


María José

Anónimo dijo...

Musa, mihi causas memora, quo numine laeso
quidue dolens regina deum tot uoluere casus
insignem pietate uirum, tot adire labores impulerit. Tantaene animis caelestibus irae?

(Recuérdame, ¡oh Musa!, las causas; dime el porqué de sus ofensas y el sentirse herida la reina de los dioses, hasta el extremo de impulsarla a precipitar a un varón de piedad tan acendrada en un piélago de desventuras y rigores. ¿Puede llegar a ser tan grande la ira en el alma de los inmortales? )
ENEIDA, LIBRO I


CALÍMACO

Ubú dijo...

Algo máis sobre heroes.

"La literatura del siglo XX, por lo tanto, ya no cuenta historias colmadas de hazañas, conquistas y pasiones, sino sólo los restos de ellas. El sentimiento de lo heroico se ha desvanecido y ha dejado paso al sentimiento de lo absurdo. Se trata de historias de hombres amedrentados y oprimidos, que huyen o se esconden del mundo, que suelen poner su vida al servicio de una renuncia y que, despersonalizados y desposeídos de todo, la llevan a sus últimas consecuencias, es decir, se desgarran el corazón y las entrañas por la incierta posibilidad, diría yo, de alcanzar la libertad. Son héroes de la negación, seres fallidos, cuyas vidas se hallan despojadas de cualquier heroísmo y oscilan, como un péndulo, entre la posibilidad e imposibilidad de realizarse a sí mismas.
(...) El "héroe" de ficción del siglo XX siente nostalgia, no sólo de un estado primigenio, sino de la propia vida, y "no de algo concreto y determinado, o de algún bien cuya privación la haga dolorosa e infeliz -como dice Claudio Magris-, sino de la vida en sí", como si él estuviese ausente de ella. (...)
El "héroe" de ficción del siglo XX no se siente parte del mundo, sino expulsado de él. Tiene conciencia de exilio, pero sabe también que sin esa conciencia no hay esperanza posible de redención. Esa es, precisamente, su heroicidad."

Mónica Monteys no epílogo a HÉROES DE FICCIÓN.

María José dijo...

A diferencia del héroe clásico, el antihéroe surge de la observación prosaica de la realidad. Con el paso del tiempo, la literatura ha bajado al héroe de su pedestal y queda a la altura de los lectores. En su lucha por la vida ya no priman las certezas, sino la ambigüedad.

Valle- Inclán describe tres formas de enfrentarse a los propios personajes:

«Hoy tres modos de ver el mundo artísticamente: El primero es verlo de rodillas, es la posición antigua. El autor ve a sus héroes en una condición superior a los seres humanos, por lo menos, superior al autor. Es la posición clásica. Así Homero ve a sus héroes condiciones sobrenaturales. La otra forma de ver es la de pie: ver a los personajes a la misma altura que el autor, con las mismas virtudes y defectos que el autor, como un doble del autor. Es la manera que más prospera. Es todo Shakespeare. La tercera forma es la que mira al mundo desde un plano superior, viendo a los personajes como muñecos, como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Así los dieses se convierten en personajes de sainete. Es la manera muy española, la del demiurgo, que no se cree hecho del mismo barro que sus muñecos. Así Quevedo, Goya, Cervantes. Cervantes se cree más cabal que Don Quijote y jamás se emociona con él. Esta consideración es la que me movió a dar un cambio en mi literatura y a escribir los esperpentos.» [Francisco Ruiz Ramón: Historia del Teatro Español Siglo XX, p. 122]


Basándose en la tercera mirada o perspectiva recordemos la escena XII de Luces de bohemia , cuando Max Estrella , al borde de la muerte, y Latino de Hispalis mentienen una esperpéntica conversación:

MAX: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.

DON LATINO: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!

A través de la deformación grotesca de los héroes clásicos, ejemplo paradigmático de valores, Valle pasa por el espejo del esperpento la vida española ,que ha subvertido los verdaderos valores ,sumida en la injusticia, la violencia, la insolidaridad... El resultado es aún "más trágico" y la denuncia corrosiva.

María José dijo...

Corrijo: Basándose en la tercera mirada, Valle creó el esperpento. Recordemos la escena XII...

Disculpas miles y un saludo.

Ubú dijo...

A explicación de Valle-Inclán do camiño que leva ó esperpento, mandoume trinta anos atrás, cando estudiabamos iso mesmo para enfrontarnos a LUCES DE BOHEMIA. En fin ...

O Esperpento é a contribución de Valle-Inclán á creación do modelo universal do "antiheroe", que xa se viña xestando no Romanticismo e que se consolida no século pasado, pero este modelo de "antiheroe" trae aparellado outro tipo de protagonista que non sei se chamar "heroe".
Sen menoscabo da invención de Valle, algo antes que el, no 1896 en Francia, Alfred Jarry fixo uso desa perspectiva do demiurgo titiriteiro e concebiu unha serie de obras, precisamente para marionetas, protagonizadas por Padre Ubú e a súa compaña.
O Padre Ubú non é dende logo un "heroe" clásico; porco, cobarde, fuleiro, innoble, cruel, soez, non son "méritos" que o avalen coma tal pero ¿é un "antiheroe"?
Pola metade do século XX, co personaxe do "antiheroe" plenamente aceptado, George MacDonald Fraser dalle o protagonismo das súas novelas a Harry Flashman, un fulano que non ten escrúpulos ó describirse: "Un cobarde deshonesto que ten o perverso orgullo de ter acadado unha honorable e avanzada idade, a pesares dos seus vicios e a súa completa falta de virtude... ou quizás, precisamente, a causa delo" e tamén: "o momento ideal para ser un heroe é aquel no que rematou a batalla e oa outros rapaces morreron, que Deus os teña na súa gloria, e ti levas todo o mérito". Sen dúbida non é un "heroe" pero ¿é un "antiheroe"?
A realidade é que este "heroe cínico", sexa Padre Ubú, sexa Harry Flashman, ten moreas de seguidores que o admiran. ¿Podémolos calificar como "heroes"?

Anónimo dijo...

no entiendo ayudenme tengo tarea pa mañanaaaaaaaaaaaaaaaaaa¡

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