4 de abril de 2009

"LOS SILENCIOS DE CAÍN"


"Race de Caïn, ton supplice /Aura-t-il une fin?"

Abel el Caïn, Charles Baudelaire


"La extinción de los intelectuales ha generado un vacío que es llenado a diario por los medios de comunicación. Son ellos los encargados no sólo de regular el registro y el tono de los grandes temas sino de proponer a su público hipermasivo el repertorio de tópicos que merece nuestra atención. El lugar de la convicción que alguna vez ocupó el docto intelectual ha sido barrido del imaginario contemporáneo por el lugar de la seducción propio del comentarista u “opinólogo”.
El opinólogo, inédita “Physiologie” del siglo XXI, se distingue del intelectual en cuanto se trata de un animal televisivo y telegénico, espacio en que se legitima al emitir opinión. El opinólogo es el culmen del “homo aequalis”, no hay distancia respecto de su público hipermasivo. Esta nueva figura no apela a episteme alguno, su saber se instala en el “sentido común” que no reconoce límites. Su discurso plebeyo contornea el imaginario de las masas, desde lo sentimental y melodramático a la opinión política promedio. Lejos de cualquier relación asimétrica, el opinólogo encarna y expresa la “Vox Populi”, la dimensión cotidiana y obvia de la existencia. En las antípodas del intelectual, el opinólogo habita el mundo audiovisual, pariente lejano del comediante, el orador y el “clown”.
Con todo, cuando algún intelectual entra al mundo mediático, lo hace al precio de travestirse en una figura televisiva, sea como comentarista u opinólogo. Es más, la figura del intelectual es caricaturizada por los clichés de la farándula: un personaje excéntrico, gris, opaco y denso que habla un lenguaje incomprensible. El pensamiento y el saber sólo son valorados en cuanto productivos y utilitarios, basta revisar las expectativas educacionales de los padres para sus retoños.
Al comenzar este siglo XXI vemos periclitar la figura centenaria del intelectual como exteriorización de una mutación mucho más profunda. Asistimos al ocaso de aquella “ciudad letrada” descrita por Ángel Rama en su obra homónima y al advenimiento de la “ciudad virtual”. Los áulicos espacios de nuestras bibliotecas van cediendo poco a poco a las bases de datos que se multiplican en la red. Es ya un lugar común denunciar cómo las seductoras pantallas digitales y sus derivados van desplazando a los libros y a la lectura. El siglo XXI es el siglo del bullicio, vivimos la saturación de imágenes y sonidos, nuestras metrópolis están inundadas de mercancías, ruido, luces y pancartas digitales. Pero, paradojalmente, éste es el tiempo en que las ideas radicalmente nuevas y creativas se han tornado más escasas que nunca. En ese sentido, este es también un tiempo de censuras y silencios."

DR. ÁLVARO CUADRA R. LOS SILENCIOS DE CAÍN. EL OCASO DE LA INTELLIGENTSIA, en TORRE DE BABEL.

Este artículo plantea el ocaso del intelectual en nuestra época ;un intelectual expulsado del Paraíso como lo había sido el POETA a finales del siglo XIX.

1 Comentarios:

Ubú dijo...

Xa Platón deixara fora da súa República ós poetas.

Dado que se fala de intelectuais nesta entrada e de violetas na de Larra, voume permitir sinalar aquel escrito de José Cadalso, LOS ERUDITOS A LA VIOLETA, que tiña o clarificador subtítulo de "Curso completo de todas las ciencias, dividido en siete lecciones, para los siete días de la semana, publicado en obsequio de los que pretenden saber mucho estudiando poco." E copio un fragmento das CARTAS MARRUECAS que, sen falar exactamente do mesmo desta entrada, ten moitas concomitancias:
"(...) P. ¿Tenéis por cierto que se pueda ser un pasmoso sabio sin haber leído dos minutos al día, sin tener un libro, sin haber tenido maestros, sin ser bastante humilde para preguntar, y sin tener más talento que para bailar un minuet?
R. Tengo. (...)
P. ¿Tenéis por cierto que para juzgar un libro no se necesita verlo, y basta verlo por el forro u algo del índice y prólogo?
R. Sí tengo. (...)
P. ¿Tenéis por cierto que para contribuir de vuestra parte al adelantamiento de las ciencias, baste perseguir a los que las cultivan o con desprecio a los que se dedican a cultivarlas; y mirar a un filósofo, a un poeta, a un matemático, a un orador, como a un papagayo, a un mico, a un enano y a un bufón?
R. Sí tengo.
P. ¿Tenéis por cierto que todo hombre taciturno, especulativo y modesto en proferir su dictamen, merece desprecio y mofa, y hasta golpes y palos si los aguantara, y que, al contrario, para ser digno de atención es menester hablar como una cotorra, dar vueltas como mariposa y hacer más gestos que un mico?
R. Sí tengo. (...)"

En fin, que xa dicía o outro con admiración que coñecía un home tan sabio, que cando non sabía dun tema, calaba...

Un saúdo.

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