18 de febrero de 2010

"AMOR EN AGRIGENTO"

"Perdurable tan sólo es el vacío". F. Brines

AKRAGAS (AGRIGENTO) "la más bella ciudad de los mortales". Foto de José Biedma


(Empédocles en Akragas)


Es la hora del regreso de las cosas,

cuando el campo y el mar se cubren de una sombra lenta

y los templos se desvanecen, foscos, en el espacio;

tiemblan mis pasos en esta isla misteriosa.



Yo te recuerdo, con más hermosura tú

que las divinidades que aquí fueron adoradas;

con más espíritu tú, pues que vives.

Hay una angustia en el corazón

porque te ama,y estas viejas columnas nada explican:



Unos ardientes ojos, cierta vez, miraron esta tierra

y descubrieron orígenes diversos en las cosas,

y advirtieron que espíritus opuestos los enlazaban

para que hubiese cambio, y así explicar la vida.

Esta tarde, con los ojos profundos, he descubierto la intimidad del mundo:

Con sólo aquel principio, el que albergaba el pecho,

extendí la mirada sobre el valle;

mas pide el universo para existir el odio y el dolor,

pues al mirar el movimiento creado de las cosas

las vi que, en un momento, se extinguían,

y en las cosas el hombre.



La ciudad, elevada, se ha encendido,

y oyen los vivos largos ladridos por el campo:

éste es el tránsito de la muerte, confundiéndose con la vida.

Estas piedras más nobles, que sólo el tiempo las tocara,

no han alcanzado aún el esplendor de tu cabello

y ellas, más lentas, sufren también el paso inexorable.

Yo sé por ti que vivo en desmesura,

y este fuerte dolor de la existencia

humilla al pensamiento.

Hoy repugna al espíritu

tanta belleza misteriosa, tanto reposo dulce, tanto engaño.



Esta ciudad será un bello lugar para esperar la nada

si el corazón alienta ya con frío,

contemplar la caída de los días,

desvanecer la carne.

Mas hoy, junto a los templos de los dioses,

miro caer en tierra el negro cielo

y siento que es mi vida quien aturde a la muerte.

FRANCISCO BRINES


En ocasiones el poeta ha tratado de desvelar alguna porción
del misterio de la vida, de arañar el enigma a cambio de
hallar el apagado resplandor de una significación. Y aparecen
las palabras. Y con ellas el engaño de una aparente claridad,
o tan sólo una vislumbre de luz, que para la sed del
hombre, y arrastrado por la emoción estética, parece en
aquel momento suficiente
.


Francisco Brines

3 Comentarios:

Ubú dijo...

Claro está, e vaia isto por diante, que nos felicitamos polo retorno anque voltes da man de Dona Cuaresma, esa puñeteira "memento mori".

Para manter o ánimo reflexivo que este tempo esixe, traio un poema de Gil-Albert adicado, precisamente, a Empédocles de Agrigento, o que o conecta co de Brines, e que respira unha melancolía semellante.

Amor y Odio un día se juntaron
y entretejieron ambos mi persona.
Esta congregación que se disgrega
cada segundo exacto de mi ser
es lo que todos llaman con mi nombre,
como se ha convenido,
unos con su aquiescencia
y otros con su repulsa.
Este vivir del alma iridiscente,
este voluble atuendo corporal,
es lo que por los rasgos que me dieron
pasa por ser destino de mi suerte
y forma de mi muerte.
Y yo me digo: ¿Soy lo que parezco
o lo que de verdad llevo conmigo,
llevo conmigo en trance de mudanza,
es lo que nadie sabe, es otra cosa?
Que todo es un ardor inextricable
que nunca se consuma eternamente.
Si de niño pensé que los jardines
eran el ansia grande de mi vida;
si luego, reclinado
sobre mi pubertad, vi cómo un doble
se movía a mi lado confidente
con su paso de ángel;
si ya adulto en su tiempo
sentí cómo se iba entronizando
sobre el alma repleta
la sensatez con porte persuasivo;
y ahora que ya de cara a la intemperie
veo surgir los claros horizontes
donde todo parece compensarse
con su contrario, digo: ¿No es juicioso
creer que todo avanza lentamente
hacia transformaciones infinitas?
¿Que el proceloso mundo no se acaba
sino que se rehace sin descanso
en estos elementos reactivos
de que mi yo se nutre y se dispersa,
y que mi misma muerte no señala
un fin del fin? Prodigio inaccesible
de mi disgregación extraordinaria:
Cuando te siento en mí cual la energía
del universo presa en este vaso
de mi leve destino, me conturbo
cual si me contemplara de repente
como una pulsación tan misteriosa
como la que en la noche se patenta
lejana y sideral. Y entonces pienso
que aún me queda por ser, sólo que solo,
sin este Juan que ahora me designa
como persona errante,
ese otro reino o fuego menos parco
que mi tibieza actual, donde ya el hombre
no será mi vecino rencoroso
ni el amor una mancha.
Donde todo fundido ya en el todo
no se sienta este miedo o este anhelo
de la mortalidad.

Juan Gil-Albert. Las Transformaciones, en A LOS PRESOCRÁTICOS.

Anónimo dijo...

Cuando Empédocles de Agrigento
hubo logrado los honores de sus conciudadanos
-y los achaques de la vejez-,
decidió morir.

Cuando estuvo ante el cráter
volvió la cabeza, no queriendo saber lo que iba a seguir,
pero ya no le atañía a él, lentamente , el anciano se inclinó,
se quitó con cuidado una sandalia y, sonriendo,
la arrojó unos pasos atrás, de modo
que no la encontraran demasiado pronto….


Bertold Brecht, "La sandalia de Empédocles".

Gracias por tus palabras, como siempre.

María José: desde la melancolía del arrebatado invierno

Ubú dijo...

Hölderlin, un pre-romántico atrapado pola filosofía e pola cultura helenística, explicita aquilo que Brecht deixou insinuado:

Buscas, buscas la vida, surge y reluce un fuego
desde honduras telúricas, hacia ti; y tú te arrojas,
con ansia estremecida,
allá abajo, a las llamas, en el Etna.

Así disolvió en vino sus perlas la orgullosa
reina, sin importarle; ¡ojalá nunca hubieras
ofrendado, oh poeta, tu riqueza
en el hirviente cáliz!

Pero eres para mí sagrado, cual la fuerza
de la Tierra absorbiéndote, ¡oh víctima atrevida!
Si no me retuviera el amor, seguiría
al héroe, hasta el abismo.

EMPÉDOCLES, de Friedrich Hölderlin.

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