3 de marzo de 2010

EL CUARTO DE ROSALÍA

"No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, más deslumbrante que una ventana..." ( Baudelaire).


"Podemos ver ahora este cuarto. No se trata desde luego,
de un cuarto habitado por alguien; se ha convertido en un
lugar de peregrinación. Desnudo tiene un crucifijo que preside la cabecera de la cama, una cama decimonónica, de madera antigua, noble y severa.

A los pies de la cama, en el suelo, hay un jarro grande con flores. Pero lo que más llama la atención es esta fotografía que ahora
miro, es la ventana. El cortinaje, solemne y tralúcido, se abre -suspenso en la nitidez inmóvil del aire- a un vivísimo resplandor, que sólo presentimos, como
algo compacto,vago y poderoso.

Es la claridad del día en el paisaje exterior, tal
como la veía la poetisa, con ojos ya mortecinos, en esta habitación donde murió,
un regusto de luz en el silencio del atrio, prolongándose en la paz verdosa de los olivos.

Rosalía de Castro era ya un ser desfalleciente cuando el 15 de julio de 1885, pidió que le trajeran un ramo de pensamientos, su flor más amada. Tenía el ramillete cerca de los labios y sintió un ahogo; con la vista enturbiada dijo a su hija mayor: "Ábreme la ventana. Quiero ver el mar".

Sí esta misma ventana que vemos ahora, esta ventana en la que las cortinas anuncian la insurrección de la luz; pero desde esta ventana no se puede ver el mar. ¿Lo vio, quizá con otra mirada, una mirada más interior, más quieta
y pura? Quizá, por dentro, esta mirada de la mente y del espíritu,
en los instantes del tránsito a la muerte- pues ya no dijo nada más- se abrió a vivir con otra intensidad, con una duración distinta. La dimensión del recuerdo quizá, y de un recuerdo aún preciso y lozano, porque sabemos cuándo Rosalía
había visto el mar por última vez.

Fue en un viaje de despedida, un adiós a la sal y a la espuma y la ola;
el último día, a punto de dejar el puerto, el marido - ¡ sabemos tantas cosas de este marido y, por otra parte, tan pocas! - recuerda a Rosalía erguida en el vagón del tren, la portezuela abierta, esperando de un momento a otro que la máquina se pusiera en marcha.

El sol, el mismo sol que luce en la playa que acabamos de dejar, el sol vivificador
en los murmullos luminosos y salobres de la orilla, le ilumina el rostro: un rostro
fatigado, sin belleza pero con una firme y al tiempo mansa tensión interior que
recobraba una sombra de paz transitoria bajo aquella claridad marina.

Ha salido ya el tren; Rosalía se adentrará, sombra entre sombras, en el jardín, en el atrio donde callan, hoscos y serenos, los olivos.

¿Vio el mar Rosalía? El cuarto, ahora, está vacío, pero en las cortinas late con la
luz del día, el eco de la luz del agua en la playa perdida. Si cerráis los ojos, en el
rumor de las hojas bajo el aire nítido y claro ¿no sentiréis, muy hondo, como un
murmullo de olas en este cuarto inhabitado?".


Pere Gimferrer, DIETARIO,1984


ROSALÍA DE CASTRO, POETA UNIVERSAL


¿es pues, locura del doliente espíritu,
o gusano que llevo en mis entrañas?
Yo sólo sé que es un placer que duele,
que es un dolor que atormentado halaga,
llama que de la vida se alimenta,
mas sin la cual la vida se apagara.

En las orillas del Sar.


"...Cando ninguén os mira,/vense rostros nubrados e sombrisos,/ homes que erran cal sombras voltexantes/ por veigas e campíos./ Un, enriba dun cómaro/ outro, o pé dun carvallo queda inmóvil,/ coa vista levantada hacia o infinito./ Algún, cabo da fonte recrinado,/ parés que escoita atento o murmurío/ da auga que cai, e eisala xordamente/ tristísimos sospiros (...)".

FOLLAS NOVAS

ROSALÍA : EL DOLOR DE VIVIR

El marido de la autora, Manuel Murguía, dijo a propósito de ella:

"No conoció la tristeza, al menos en ese punto extremo en que tocando la melancolía se torna una cosa dulce y triste a la vez. En ella la tristeza pasaba todo límite y era angustia y opresión dolorosa o dolor de acerbo. Sólo bajo ese punto de vista decimos que no conoció la tristeza. Muchas veces en esas horas de desaliento, en que la tristeza de las cosas llega hasta nuestra alma, me decía: La tristeza no te duele como a mí. Y es que en ella todo era extremo, vivo, intenso, y su corazón enfermo, saltaba dentro del pecho con una violencia y un ruido que hacía estremecer. Por huir a ese dolor, se rasgaba sus propias carnes; la ansiedad de acabar pronto le hacía más pesado el yugo de la vida (...)

Rosalía nuestra y de todos. Sus lágrimas de eterna rebeldía ante los abandonos o las injusticias de la vida, lloran por todos y con todos a pesar de que ese llanto infinito se confunda y no se entienda en ocasiones. Rosalía sola ante todos y de frente hacia la nada, lanza eternamente sus ojos y su frente de estrella hacia los límites temporales de aquella ventana de sus deseos y soledades profundas.

"¡Ai dos que levan na frente unha estrela!/ ¡Ai, dos que levan no bico un cantar!". Curros Enríquez

5 Comentarios:

Ubú dijo...

Outro valedor de Rosalía de Castro foi C. J. Cela, que a lembra, con agarimo e admiración,nesta lembranza dos lugares da súa nenez:
"Y fue Rosalía, la dulce Rosalía, el alto poeta que quiso dedicar a mi bisabuela María Bertorini, "a miñ'amiga María Bertorini, nativa d'o país de Gales", los versos que compuso para ser grabados "n'a tomba d'o xeneral inglés Sir John Moore, morto n'a batalla d'Elviña (Cruña) o 16 de xaneiro de 1809", quien se encargó de soplarme en los oídos aquel susurro melodioso y dulcemente sombrío que canta, con su angélico estribillo -Padrón, Padrón, Santa María, Lestrove...-, las alabanzas del cementerio de Adina, el camposanto que rodea a la Colegiata de Iria, donde yo fui bautizado y donde, en tiempos mejores, San Pedro de Mezonzo compusiera la Salve:

"O simiterio d'Adina
n'hay duda qu'é encantador,
c'os seus olivos escuros
de vella recordaçón..."

(...)Pero nada importa cuando todavía nos sentimos estremecer con las palabras que suenan en nuestros oídos como un celeste y eterno susurro:la voz sin horizonte de Rosalía, aquella voz tan tierna y persistente que no se apagará hasta mucho después de apagarse los últimos y más gallardos soles.
Porque tenía razón Curros en los dos últimos versos de su "Na morte de Rosalía":

"¡Ai, dos que levan na frente unha estrela!
¡Ai, dos que levan no bico un cantar!"

PADRÓN. Camilo José Cela.

pseudotimon dijo...

Enhoraboa por referirte a Rosalía, ela coma os grandes atopou vivencias intemporais, os pensamentos suscitan e abrir a fiestra permite mellor suscitar imaxinativamente a beleza do mar que non chegaba e no cal quizais quería ficar. Quen sente o máis profundo, este ama o máis vivo.E qué máis vivo, poderoso, belo e eterno que o son do mar, coma a negra sombra que asombra. Rosalía tamén suscitaba profundidades; venme á mente a fermosa metáfora visual de Amenábar rememorando Sampedro o voar pola fiestra e tamén poder zambullirse no mar sen límites.Dous Poetas limitados pola ventana e liberados pola imaxinación. Saúdos agarimosos de pseudotimón.

Ubú dijo...

Esta reflexión de Manuel Murguía sobre a tristura extrema da súa dona, ten como contrapartida a opinión de Álvaro Cunqueiro que dicía "Corre una imagen irreal de Rosalía: la Rosalía perpetuamente triste, la Rosalía en lágrimas, cuyas palabras siempre quiebra el sollozo. Porque lloró Rosalía, media poesía gallega se ha pasado cien años llorando. Un gran poeta gallego, Luis Pimentel, advirtió en un poema que había que dejar de llorar en Galicia, porque Rosalía ya había llorado por todos. Pero no era tan cierto que Rosalía hubiese llorado esos ríos amargos que se suponía corrían entre las colinas verdes del alma gallega".
Do mesmo parecer foi García-Sabell, que sostiña que esa imaxe de chorona debíase a unha lectura superficial de "Follas novas":" (...) hay que leerlo con el alma alerta. Para que salte a la vista su trascendencia y su altísimo y trágico, que no sentimental, valor humano. Pero cuando se lee con actitud sensiblera y sin pasar de la tersa superficie lírica de los poemas, el lector se instala en un llanto que Rosalía jamás se preocupó de suscitar en los demás. Cuando ella lloraba, lloraba en serio".

Anónimo dijo...

ROSALÍA. El llanto de Rosalía es el de todos esos seres que están condenados a ser un "pulso herido que sondea las cosas del otro lado", como decía Lorca. Y ese llanto es rebeldía, protesta ante la vida vivida y anhelada. La Rosalía apegada a la tierra, a la familia, a las gentes...(consciente de las injusticias) y la Rosalía metafísica (que tan bien comprendió Unamuno).
Un saludo agarimoso, María José

Ubú dijo...

Aínda con retraso sobre a data, quere Ubú felicitar a María José por este segundo ano de vida do CUADERNO, confiando secretamente que tal celebración lle achegue folgos para que volte laborar nel.
Un saúdo tamén para Eulalia, que nunca se sabe...

Publicar un comentario

 
Optimizado a 1024 X 768 de Resolución de Pantalla. Diseñado por Víctor V.Q. para Cuaderno de las Letras